Tiempo para conocerse

No tener tiempo para uno mismo, es como no tener tiempo para existir. Debería ser la principal prioridad del ser humano, usar nuestro don, nuestra introspección, meditar, respirar, jugar con la conciencia, sentir, transformar, observarse a uno mismo, y observar el jugueteo de los pensamientos.

Si no nos detenemos a meditar (en cualquiera de sus formas), por mucho que creamos en el control de nuestras acciones, nos habremos metido en un bucle de difícil salida. Los pensamientos pueden ser controlados, o dictados, y lo peor de todo es que a pesar de que muchas de las cosas que pensamos y hacemos son dictadas por el entorno, el mismo entorno nos engaña haciéndonos pensar que son fuente de nuestra propia iniciativa.

Sin embargo, para tomar las riendas de nuestras vidas, tenemos que salir por un momento del ruidoso jaleo que palpita en nuestra cabeza. Es importante mirar con curiosidad como los pensamientos preceden unos a otros, a veces aleatorios, a veces siguiendo una lógica, y desde esta posición de observador nos daremos cuenta de que los pensamientos son sólo pensamientos, nada más. Así nos adiestraremos paulatinamente en el control de nuestra mente, y por consiguiente, el control de nuestra vida.

Necesitamos este tiempo para nosotros, para sentirnos vivos, para actuar con naturalidad, sin presiones externas. Necesitamos encontrarnos a nosotros mismos, a nuestro yo, por debajo del ego, la ultimísima capa del ser. Porque algo tengo muy claro, y es que aquel que se jacta de estar fuera del sistema, de estar por encima de la masa, o de enfrentarse a la sociedad, puede ser también víctima de otro pensamiento, motivado por otra persona que le dijo: «Se anti-sistema, serás más feliz». Yo os aconsejo de corazón, que tengáis un espíritu crítico y seáis pro-vosotrosmismos. Y para ser uno mismo, no vale con decírselo a uno mismo, el ser humano necesita conocerse, necesita pararse a respirar. Te sorprenderás.